Él sigue siendo Dios

 

¡Hola! ¡Qué bueno es poder escribir de nuestras experiencias e inspirar a otros! la vida es un viaje, un transcurrir incesante de grandes hazañas, algunas muy divertidas, memorables, maravillosas y otras trágicas, dramáticas y tormentosas, hay momentos en los que estamos tan agobiados que pensamos: ¡Hey! ¿A alguien más le ha pasado? ¿A ti también? ¿Por qué siento que no hay mañana después de esto, lo viviste? ¿Cómo lo superaste? ¿De qué forma lo sobrellevarse?

Uno de los más grandes retos que me tocó vivir fue la inesperada despedida de mi madre, ella enfermó de gravedad y 12 días después de una situación muy complicada la enfermedad no cesó y falleció; ya no estaba, todo fue tan repentino, para mi hermano Daniel y para mí fue devastador, no sabíamos cómo vivir sin ella, sin su direccionamiento, sin sus consejos, sin esa poderosa y brillante sonrisa, mi madre era una mujer hermosa, con un espíritu alegre y contagiante, era una mamá espléndida y amorosa, aprender a vivir sin ella aún sigue siendo imposible.

La pérdida de un ser amado, de una relación, de un afecto, la pérdida en sí, provoca incertidumbre, rabia, dolor, tristeza y sí, también resentimiento, todo esto es naturalmente humano y es justo en este punto de la vida, justo aquí, cuando te ahogan todos estos sentimientos, es cuando debemos correr a esa fuente de amor inagotable e inmensurable.

Estoy escribiendo esto, justo hoy cuando mi mamá está cumpliendo 11 años de haberse ido, y puedo recordar todo lo maravilloso que Dios hizo, puedo verlo literalmente con los brazos extendidos diciéndote hoy: sé que no puedes con todo esto, tengo el abrazo que te dará descanso y quitará el frío, tengo la fuerza que destruirá la agonía del dolor que todo eso te causó, tengo el poder para cubrir cada una de tus necesidades, la sanidad para curar esa herida, tengo el alivio que anhelas, el bálsamo de paz que tanto necesita.

Tal como lo estoy escribiendo, fue lo que sentí una mañana cuando venía camino a casa, después de haber estado toda la noche en una fiesta con mis amigos de la universidad, celebrando nuestra graduación; haciendo mucho ruido para no escuchar la voz de la tristeza hablarle a mi corazón, para no sentir la soledad que me agobiaba incesantemente, fue justo en ese momento cuando llegue a casa y otra vez estaba ese escenario vacío, de luto, ya no estaba mi mamá y mi hermano había decidido mudarse con su novia, yo estaba completamente sola y muy devastada, hasta que por fin, decidí correr a ese abrazo poderoso, a ese lugar de descanso, a ese al que llamo mi hogar. Mi habitación se convirtió en el altar de rendición y de reencuentro; lo roto que había en mí, empezó a sanar, allí estaban un Padre celestial y su hija dolida, resentida, afligida y quebrantada pero muy por sobre todo: ¡AMADA! Amada desde el principio y antes de que todo fuera hecho, ya me había elegido, ya Él me había amado, ya me había perdonado.

Hoy quiero hablarle a esa agonía emocional que quizás estés viviendo, tu proceso de pérdida, dolor o decepción, te hace sentir soledad o desesperación, o quizás dices: “Dios está lejos de mí”, “Dios no escucha mi oración”, “No soy digno de acercarme y hablarle, he hecho cosas muy terribles”. Solo quiero decirte: ¡Detente! No hay nada que puedas hacer para separarte del amor de Dios, ni lo muy alto de tu angustia, ni lo muy bajo de tus pecados, ni lo ancha ni profunda que sea tu decepción, nada podrá separarte del amor de Dios. Siempre hay tiempo para volver a empezar, corre a los brazos del que te espera y aunque sientas que estás lejos, solo corre a Él.

“Y cuando aún estaba lejos lo vio su padre y fue movido a misericordia, y corrió y se echó sobre su cuello y le besó.” (Lucas 15:20)

 

Mi nombre es Daniela, pero todos me llaman Dana, ¡te animo a que decidas por lo bello, lo bueno, lo justo, todo viene del cielo con especial entrega para ti! Bendiciones ❤