Ir al contenido principal

Después de la quinta vuelta

 

Se dispuso entonces a dar cinco vueltas a la plaza, trotando. En el instante en que el primer paso se hacía realidad empezó a pensar:

Me he dado cuenta que este proceso se parece a nuestras vidas. Empezamos la jornada haciendo estiramiento y calentamiento, este es el momento en que nos preparamos para la carrera, visualizamos el campo en el que vamos a correr, el cual representa la prueba a superar, solo pensamos un poco en si podremos lograrlo pero en este momento no es algo que haga tanto efecto en nuestras mentes. Respiramos profundo y empezamos esta gran hazaña. En este punto ya no hay vuelta atrás, hemos empezado y en nuestra primera vuelta respiramos tranquilos, entramos en calor, reconocemos el terreno y también a qué nos enfrentamos; la segunda vuelta se convierte en una experiencia que nos enriquece, conocemos mucho mejor el campo, podemos aumentar el ritmo y pasarlo más rápido, es un poco más sencillo. La tercera vuelta es un poco distinta, comenzamos a sentir cómo el cuerpo trabaja, nuestra respiración aumenta y ¿sabes qué? ¡Ya hemos recorrido la mitad del camino! ¡Hemos tenido un gran avance! No tardará mucho el darnos cuenta que en este punto somos mediocres, solo hemos recorrido la mitad de nuestro objetivo y a Dios no le agrada lo tibio. Quizás en este punto queremos descansar, tomar un poco de aire, pero no es el momento, hemos establecido un objetivo debemos lograrlo. No es tiempo de quejarse contra Dios tampoco, seamos agradecidos, pues cada paso que damos y cada bocanada de aire ha sido porque él nos lo permitió, por tanto cada uno de estos es una victoria. Cuando entendemos esto nos motivamos, seguimos avanzado. En la cuarta vuelta nuestro ritmo debe aumentar, pues nuestro corazón está un poco más acelerado, y el cuerpo nos exige respirar más profundo. En este punto ya hemos avanzado más de la mitad, quizás hemos logrado casi todo y hemos cumplido con nosotros, pero el objetivo no ha sido completado. Nos falta la quinta vuelta... y en ella nos esforzamos más, nuestra reserva de aire se agota, la mente ya no para de decirnos que quizás no lo logremos, La presión cardiovascular aumenta y por ende debemos correr más rápido, pero nuestros músculos ya duelen un poco más, queremos llegar a toda costa, quizás hasta pensamos en tomar atajos o parar... ¡Pero no! No hemos avanzado hasta aquí para rendirnos. Mantengamos la mirada puesta en el camino. Jesús dijo: "Yo soy EL CAMINO, la verdad y la vida, Nadie viene al Padre si no es por mí." Entonces, pongamos nuestra mirada en el camino, en el autor y consumador de nuestra fe, ¡tengamos por sumo gozo cuando nos hallemos en diversas pruebas porque estas producen fe!

De repente una voz fuerte nos dice: - ¡Detente! - y luego nos susurra: - ¿sabes qué? mientras meditabas en mi palabra y pensabas en mí, llegaste a la meta. Sí, has dado tu quinta vuelta.- No nos queda otra opción que agradecer. 

Pero espera, antes de que nos vayamos a casa, hay una sexta vuelta que es necesaria... Esta consiste en bajar el ritmo, en esta ya no debemos correr, ni siquiera trotar. Consiste en caminar mientras respiras y repones el oxígeno... En esta vuelta nuestra presión cardiovascular baja. Este es el tiempo en el que descansamos en Jesús y Él viene a descansar con nosotros.

Luego de terminar su jornada el corredor reflexiona: 

¿Cuántas veces me he perdido del placer que genera terminar la carrera? ¿Cuántas veces he mirado la meta desde lejos y me dije arrepentido: Si tan solo hubiera resistido un poco más? Pero ya no más. ¡Animo corredor que la meta está cerca, créeme! 

Atentamente: El corredor.




Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Mi bendición en tiempos de pandemia

Mi nombre es Lisbeth, pero me pueden llamar Lis, así entramos en confianza y les cuento algo que tengo guardado en mi corazón. Los que me conocen saben que me caracteriza viajar, no puedo entender como alguien opine que viajar le produzca estrés, preparar maletas siempre produce en mí un estado de ¡emoción absoluta y alegría!  Pero esto no fue así en mi último viaje, ya que, aunque albergaba una esperanza, muy muy dentro de mí sabía que la salud de mi mamá estaba bastante deteriorada y no sabía si era la última vez que vendría a verla, había muchas interrogantes, temores, incertidumbre en mí con respecto a ella. Esto produjo mucha tristeza en esos días previos a mi vuelo. Fue así como el 24 de Febrero 2020 junto a mi pequeño Albert de 1 año y 11 meses (para ese entonces) salí de Guayaquil, ciudad donde resido desde octubre de 2016, hacía mi país, Venezuela, específicamente a Barcelona mi ciudad natal. Venía bastante cargada, tanto así, que tuve que pagar sobrepeso, pero les confieso

Mi Hogar

Todos tenemos un lugar seguro, o por lo menos eso es lo que queremos. Por muy aventureros que seamos siempre hay un lugar al cual queremos volver, buscamos tener un hogar. Más que un espacio físico, se trata de la esencia que nos envuelve cuando estamos allí. Un edificio es solo eso, materiales inanimados que forman una estructura, pero un hogar es la esencia que lo llena todo, donde encontramos plenitud, plenitud expresada en amor, paz y esperanza.  Hay una historia que me hace pensar que muchas veces desgastamos nuestras fuerzas buscando lo que ya esta dispuesto para nosotros. Una historia muy conocida nos cuenta sobre un pueblo que caminó 40 años por el desierto en busca de su tierra prometida, la que sería su hogar. Pero, pensando un poco sobre ésta historia llegué a una conclusión y quiero compartirla contigo: Israel caminó en la presencia de Dios durante 40 años, pero la mayor parte del tiempo estaban pensando en el pasado (lo que habían dejado atrás) o en el futur

Carácter = Identidad

Una de las cosas que más me cuesta en la vida son las presentaciones, esas donde para que te "conozcan" tienes que poner todo tu currículo, muchas veces esto es incómodo. Si bien tus títulos o logros le dan un peso extra a lo que haces, eso no es todo lo que te define. Creo que lo más importante en la vida es la calidad de persona que eres, la autoridad proviene de los procesos en los cuales tu carácter ha sido transformado. Había una vez un hombre llamado Pablo, con un gran currículo, estudioso y conocedor de la ley; es más, provenía de uno de los mejores linajes que puede existir. Cierto día, entendió que nada de eso tenía valor, su concepto humano de identidad fue completamente desarmado y vivió para contarlo. (Fil 3) ¡Qué grande Pablo! No quiero decir que lo que haces y has logrado no tiene mérito, solo quiero que sepas, que no es lo que te da identidad. He conocido personas con grandes títulos y poco carácter, y he conocido gente de gran carácter que han logrado grandes